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Pero ni Sedequías ni sus funcionarios ni el pueblo hicieron caso del mensaje que el SEÑOR les daba por medio del profeta Jeremías.

Sin embargo, el rey Sedequías envió a Jucal hijo de Selemías y a Sofonías hijo del sacerdote Maseías al profeta Jeremías con el siguiente mensaje: «Ora por nosotros al SEÑOR, nuestro Dios». Jeremías estaba libre y se movía con toda libertad entre el pueblo porque todavía no lo habían encarcelado.

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